martes, 21 de mayo de 2013

El Majarisco en Panic Point


Llendo por el desierto del norte peruano, con una vaga idea de la dirección que debíamos tomar, con cero problema con perderse, damos vuelta y tomamos otro camino, alguno nos llevará. Hey, hey, ve pregúntale al hombre. Cabo Blanco?..
Luego de ir y venir, reír, enterrarnos bien en nuestro fiel bólido, llegamos. Estaba medio chico el mar.  Una izquierda perfecta, fuerte y larga.  Aerodrops, como nunca antes yo vi; y si no la hiciste, y luego te cayó la racha, tocará varar en un acantilado de rocas,  Panic Point?  Si la hiciste, coger una de esas olas uff, el pánico se convierte en tener que irse en algún momento de ahí. La fuerza viene de adentro, a veces toca despertarla con un revolcón.








Plátano verde con mariscos?  Siempre me sonó a arroz con mango, eso de mezclar el plátano en platos salados, creo que por eso me perdí del Majarisco por muchos años en los que visité el norte. Luego de estar en Ecuador por un tiempo ya había sacado esa tontera de el plátano no es para salados de mi cabeza.

La receta para dos pociones :    

3 plátanos verdes (no bananos, ni guineos ni maduros, plantain para los gringos)
0.400 gr de mariscos (Langostinos, conchas de abanico, calamar)
0.200 gr de Vóngole
3 cdtas. de Mantequilla (nunca margarina)
1 taza de vino
1 Chorrito de Crema (opcional)
1/2 taza de pasta de aji mirasol o aji amarillo peruano
Menta fresca ó perejil
Aceite de canola ó vegetal
1 ajo
0.5 Cebolla roja, cortada en cuadritos lo más pequeños que te sea posible
culantro
comino
pimienta blanca
sal

Hacer con el Vóngole, un caldo. Calentar una olla, agregar una cuchara de mantequilla luego el Vóngole con conchas y luego de unos minutos un chorrito de vino, cuando el alcohol se haya evaporado agregar 3 tazas de agua y dejar reducir a la mitad. Filtrar por un papel filtro. Reservar.  Si no tienes vóngole se puede usar palabritas, lo importante es que estén bien fresquitos.






Pelar los plátanos y ponerlos a hervir hasta que estén suaves; con unas ramitas de culantro, un pedacito de cebolla, sal y comino.  Cuando estén tibios, trabajarlos, majarlos con el poto de una botella y luego con las manos, adicionando dos cucharadas de mantequilla y un poco del líquido de la cocción, hasta lograr un puré.  Reservar en un lugar y procurar mantenerlo tíbio.

Hacer un aderezo con los ajos, la cebolla, agregar la pasta de ají y cocinar por unos minutos, condimentar, agregar el caldo de vóngole y dejar reducir hasta obtener una salsa de consistencia líquida. Reservar. En otra sartén calentar un poco de aceite y dos cucharadas de mantequilla. Salpimentar los mariscos.  Saltearlos en dos tandas, desglaceando con un chorrito pequeño de vino, (si utlizamos mucho vino, quedará ácido).  Si colocamos todos los maríscos de una en la sartén, estos no se saltearán sino se sancocharan, eso no es lo que buscamos en está receta. Deben ser sometidos a un calor tal, que los dore en menos de un minuto haciendolos saltar en la sartén, para evitar que éstos de pongan duros. Finalmente calentamos la salsa que habíamos reservado y le agregamos los mariscos. Si deseas le puedes echar una chorrito de crema de leche para darle un toque más cremoso. Ractificamos la sal.

Hacer una pieza, de forma de pelota de rugby con el puré de plátanos, estrellarla con fuerza en un plato.
Servir encima la salsa de mariscos bien bien caliente . Coronar con perejil o menta picada. Está listo el majarsico disfuta!





martes, 7 de mayo de 2013

Iniciando el viaje

El viaje ya empezó, creo, muchos años atrás. Perú es un paraíso de olas y de ollas; pero yo tan persona, no puedo evitar soñar ya con otros paraísos,  lejanos y desconocidos.

Mi hipótesis inicial es que la biodiversidad de un lugar determina el nivel su cocina, digo inicial porque cuando viajo, mi mente se toma el viaje en serio y va mucho de un polo a otro.

Un poco mi año pasado.

Seis meses en Panamá me dio bien el tiempo para correr buenas olas, también cocinar espectaculares atunes, caballas y langostas. Fue la primera vez en mi vida que experimenté sacar del mar los pescados y mariscos vivos, y los aniquiló. Me hizo pensar mucho en quien o qué soy yo, y la justicia de la vida y la muerte. No amo los excesos de carnes pero tampocosoy vegetariana. Me sentí realmente parte del ecosistema y de la cadena alimenticia. 

La delicia panameña número uno para mí es encontrar siempre un coco maduro en la orilla del mar, luego de un surfin´ hummm, fantástico, super refrescante; refrescante también generar cero basura. Llevar un machete en mano es siempre buena idea.